miércoles, 7 de septiembre de 2011

Rápido...

¡Espera! Todavía no te he contado algo que debía decirte. Puede no interesarte, pero a mí esa visión me está torturando. No te confundas, no ha sido una pesadilla. Simplemente es que al no tenerte cerca me duele saber que no podrá ocurrir.

Sabes dónde ocurre, pero si te lo dijera nada más empezar no tendría sentido mi relato. También sé que no te será difícil descubrirlo; pues creo que es un lugar especial para los dos, aunque nunca estuviéramos en él.


Te daré pistas. Comenzaré diciéndote que es aquel pueblo en la montaña en el que a parte de conocernos, yo viví mi mejor verano; pero olvida esta parte, pues no es del hotel en el que estuvimos de lo que pretendía hablarte. 


Cuando cogíamos el autobús cada mañana y cada tarde, depende qué autobusero nos llevara, solíamos pasar por una calle con muchos árboles a ambos lados... ¡ este es el lugar! ¿Te acuerdas de su nombre? Era el paseo de los enamorados.


Este es el sitio en el que he tenido esa visión. Ahí me imaginaba que retomábamos una pequeña "locura" de verano, pero esta vez para hacerla realidad en toda regla; comenzar en serio donde nació nuestra historia. Me cogías de la mano y me llevabas a lo largo de toda la calle, hablándome despacio con esa dulzura que tanto ansío y añoro en este momento. También silenciabas cualquier conversación parándote en seco para regalarme un beso, y sobretodo, tenías el don de ser capaz de decirme te quiero con una mirada.







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