domingo, 22 de diciembre de 2013

"Nos empeñamos en buscar la felicidad, sin darnos cuenta de que es ella...

... quien tiene que encontrarnos".

Y es esa la razón por la que creíste que no volverías a ver amanecer, que las frías noches serían eternas, que nadie repararía en tu color de labios, que no volvería la esperanza, que sólo existiría ese agujero donde al resto del mundo le encantaría que te quedaras para siempre... pero ¿sabes qué? Lo que jamás creíamos que pasaría siempre cala más hondo en nosotros, y lo mantenemos presente porque pertenece a aquel núcleo de sueños cumplidos, recuerdos imborrables y personas especiales. Personas especiales como tú.

 Es cierto, este tren corre tan rápido que a veces no nos damos cuenta de quién nos acompaña durante el viaje, ni quién baja en cada parada. Sin embargo, mientras te mantienes distraída observando el paisaje e imaginando situaciones, aparece un nuevo pasajero que desde el primer momento te mantiene hipnotizada y no sabes por qué. Sientes la necesidad de sentarte aún más cerca, de tener una excusa para iniciar una conversación, y no sabes cómo ni por qué. ¿Atracción? ¿Curiosidad? Ese imán inexplicable no resiste más y es quien te empuja a dar ese paso porque sabes que quien se sentó en tu mismo vagón no fue por casualidad: el destino lo tenía reservado para ti. No podemos permitirnos el lujo de dejar pasar oportunidades en nuestra vida, porque no sabes dónde puede estar ella, ni al lado de quién. Los malos tragos del trayecto no ocurren porque sí, si de algo creo saber la razón de ser es de que durante todo el camino debo convertirme en una gran atleta capaz de saltar las vallas más altas, de saber pasar con éxito el gran eslalon y de batir a mis rivales, que no perderán su oportunidad de llegar antes a la meta. Cuando una puerta se cierra, las ventanas se abren, y con ellas llegan vientos de otra dirección, los que cada mañana hacen que pienses: '¿y por qué no?'


Eres la casualidad más bonita que ha llegado a mi vida, porque sin tenerlo planeado apareciste, conquistaste terrenos vírgenes donde nunca nadie antes había querido llegar, me diste alas, un inmenso cajón de cosas nuevas, trajiste miles de sonrisas a mi vida y me ayudaste a salir de un torbellino que amenazaba con engullirme para siempre. ¿Por qué yo? Me siento tan afortunada que no me importa la respuesta, ni lo que cada persona del mundo piense. ¿Qué más dará lo que digan? Ha sido una sucesión de microscópicos detalles que un día se convirtieron en mis 'necesidades', porque quizás el cerebro intenta traicionarme, pero  siempre sabemos cuándo esa persona se convierte en indispensable. Ya pueden venir a juzgarme, pero he de decir que llevo grabado a flor de piel tu lema, "ser dueño de tu propia felicidad" y soy infinitamente más fuerte que todo lo que intente herirme. Y a ti, solamente a ti decirte que soy dueña de algo que en este momento es tan grande que quiero compartirlo contigo, y sólo contigo.


- ¿A dónde vamos?
+ ¿Y eso qué importa si puedo estar contigo?



 




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