miércoles, 4 de enero de 2012

Con falda y de vuelta a las once.

Se pintaban los labios de colores rosados y rojizos, se cardaban el pelo, se colocaban alguna cinta o lazo, con chaquetas de punto, camisa, falda y zapatitos. Aún existían los caballeros, y el botellón quedaba muy lejos. Las chicas salían a horas "decentes" con consentimiento del padre, de forma recatada y en grandes pandillas de chicas de barrio. Iban a una cafetería a tomarse unos batidos, o simplemente salían a la calle para ponerse al día y chismorrear sobre los chicos. Ellos, al más puro estilo Grease, con chupa de cuero y camiseta blanca, y se peinaban aquel tupé tan engominado. Pasaban delante de ellas moviéndose de forma algo descordinada y chuleando; cosa que hacía reír y sonrojarse  a las chiquillas.


Digamos que los acercamientos eran formales, y era todo exactamente como lo pintan en las películas. Chico pide salir a chica, chico invita a cenar a chica, chico lleva en coche a casa a la chica.... y chico besa a chica. Se gustan, se quieren... y se dicen la palabra mágica; "te quiero". Y cada día es igual, con la misma pasión, pero de formas diferentes.Todo es así de fácil, de sencillo. Dos piezas de puzzle que encajan perfectamente, que están hechas para entrelazarse, la una con la otra.

Ahora las cosas están de capa caída. "Te quiero" no significa nada, ya no hay puzzles, ni parejas perfectas. Predominan las mentiras, los clichés, las ilusiones frustradas, las lloreras nocturnas, los enamoramientos sin correspondencia, los rollos de una noche. Ahora no te llevan en coche; o vas andando o duermes fuera. Tampoco te invitan a cenar; ya te puedes hacer un bocadillo en casa. Hoy quedamos, mañana no te conozco.
En pocas palabras: ya no existe el amor.

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