viernes, 1 de febrero de 2019

A mi otro yo


Cómo no te van a envidiar, si no te hace falta ser grande para llenar todo el bar. Cómo no van a desear verte fracasar, si sus vidas no son nada comparado con todo lo que tú tienes gracias a tu simplicidad. 

Y es que desde que te conocí yo sí que sentí que eres increíblemente especial. En la vida nos dicen que no hay que fiarse de la gente de tu alrededor, porque pueden hacerte daño . Que existe un sentimiento llamado rencor, y que puede que un día recibas una dosis venenosa de eso a lo que llaman odio y venganza.  Pero no, contigo eso no existe. Eres pureza, agua clara, ganas de amar. Tu risa te salva de la peor de tus tragedias. Tu cariño, siempre desinteresado, te cala hasta lo más profundo y es capaz de hacerte reflexionar sobre el comportamiento del ser humano, porque no hay un sólo ser en la Tierra comparable a ti.

Me siento afortunada, porque tengo unos brazos a los que acudir siempre que quiero celebrar algo y siempre que deseo desparecer. Comprendes mis emociones antes de que yo misma lo haga. Me guías cuando deambulo ensimismada en mi propia existencia, me das alas para que nunca deje de creer en mi. Eres la definición exacta de lo que significa amistad. Nunca tendré palabras para describir exactamente lo que eres para mi mundo, pero créeme; puedo entender a aquellos que hablan o critican, porque eres irrepetible. Eclipsas con sólo dar los buenos días, desprendes ganas de vivir. Eres puro diamante: belleza y fuerza en la misma proporción. 


Te quiero siempre a mi lado, recuerda que tú eres motor y gasolina de gente como yo.


Mi ancla, mi brújula.  N.

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