viernes, 19 de diciembre de 2014

Someone like you



Admirar es sano, es mirar con ojos atentos, impasibles, sinceros, anonadados. Es desear algo con todas tus fuerzas, y sonreír. Ser feliz imaginando. 
Todos juzgamos y creemos que en lo que otros fallan nosotros somos mejores, pero no es cierto. Deberíamos ser capaces de mirarnos bien antes de atrevernos a articular palabra en contra de alguien, pues no hay mejor aprendizaje que la autocrítica.

¿Pero qué pasa cuando vemos a alguien que nosotros y la mayoría de los mortales sabemos que es superior en algo? Que le admiramos. Le dedicamos una parte muy especial de nosotros mismos en la que no cabe el orgullo. Reconocer los males propios y los bienes ajenos son tareas difíciles que se nos presentan y al fin y al cabo debemos hacerles frente. 

Quisiera ser la mitad de aquel que en cada paso y movimiento diario pone su entera pasión, su seguridad y su ánimo. Una milésima de la templanza con la que se toma la vida, una décima parte de su pacífico carácter y su enorme corazón. El temple para evitar ese desate y ataque de nervios cuando algo no me gusta; borrar para siempre mi envenenada lengua.

Pero... ¿y qué? Cada uno somos como nos hemos o nos han hecho, y de lo que a unos nos sobra, puede que a otros les haga falta. Pero no está mal de vez en cuando hablar con nuestro interior y decir... ¿podré cambiar eso?