sábado, 20 de septiembre de 2014

Just who, not where



Me encantan esos lugares que inspiran por sí mismos. Aquellos que me libran del letargo literario, de mi pasión dormida. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero nunca nos han explicado el por qué: no niego la veracidad de lo hasta ahora contado siempre, pero nunca nos argumentaron por qué simplemente vale más.
Cuando nos muestran una imagen la detectamos con nuestras tres herramientas indispensables: la vista, el cerebro y el corazón. La primera, porque es imprescindible al tratarse de una imagen (véase también la descripción de un lugar para jugar con el sentido de la imaginación, aunque ese es otro caso); el segundo, instintivamente utilizado para tratar de reconocer el lugar, y en caso negativo ver de qué se compone; y el tercero, ese que solo hablamos de él cuando decimos "me ha llegado", me gusta.

ME GUSTA porque sí, porque hay algo en él que crea en mí la necesidad de ir, de compartirlo con ALGUIEN. ¿Por qué en milésimas de segundo sabemos si nos agrada, por qué y con quién disfrutaríamos del lugar? Para esta cuestión no encuentro respuesta alguna. El ser humano es así. Y ya está.



Qué intenso es esto del amor...

...' Por fin lo puedo sentir, te conozco y te reconozco que por fin sé lo que es vivir con un suspiro en el pecho, con cosquillas por dentro. Y por fin sé por qué estoy así'...

Tú me has hecho así, mejor de lo que era, y hoy me doy cuenta que si alguna vez dudé, aquella fue la última. Primera y última, porque se me sentó al lado el pasado y trató de convencerme de que yo perdí una vida que ya no volveré a tener. Me engañaba y quería hacerme daño, pero a fin de cuentas le escuché. Qué estúpida. Pasado el verano, agosto, el mes de no pensar en nada, de dejar huellas efímeras en arenas lejanas, de no llevar reloj y vivir en un constante 'hoy', me acabó por enseñar que sólo el presente debe acompañarme donde yo decida ir. Él y sólo él. Mi presente hecho hombre.

Perdón por cubrir de lágrimas de dolor nuestro nido, por dedicarle tiempo a más y más fantasmas, por tener en estima a personas tóxicas, por preocuparme demasiado de lo que piensen o dejen de pensar, por no tener los cinco sentidos en la única persona que ha sido capaz de darme su todo sin pestañear. 
He vuelto, con el fin del verano vuelvo a ser yo, y tengo que decirte que vengo con más ganas que nunca. ¿Sabes esas ganas de comer a la otra persona? ¿De dejarla sin respiración? ¿De besarle el cuello hasta que le traspase la piel? ¿De sincronizar gemidos y respiraciones entrecortadas? Eso exactamente.

Estoy esperando a la noche; que traiga la paz que le caracteriza y me deje disfrutarte y sentirte sin ningún tipo de límite o barrera.

                                            
                                     J U S T   Y O U   &   M E