viernes, 19 de octubre de 2012

Promesas eternas



"Y prometí que no volvería a pedir nada si podía verte sólo una vez más. ¿Y sabes? Valió la pena... me mantuviste viva, me trajiste a casa".


Mirando a la nada, conteniendo las ganas de llorar, y lanzando una última súplica al aire, juré que seguiría luchando para demostrarte que si hubo otras personas en tu vida que intentaron darte "amor" no tenían ni la más mínima idea de lo que eso significaba. Amarte requiere su tiempo: comenzar es instantáneo, es un efímero segundo que queda para siempre grabado en tu memoria, como la primera vez que hueles la flor más hermosa. Sin embargo, también precisa de motivos y actos por los que dar pie a los sentimientos de esa otra persona, y es aquí donde comenzó mi historia, la de las locuras del amor.


La dureza de convivir contigo misma cuando sabes que incluso dándolo todo cada día te alejas más de la persona querida no es comparable con ninguna otra sensación. Sólo te sientes vacía, como si hubiera un hueco  que sólo un alguien especial fuera capaz de rellenar.




Ahora las cosas han cambiado, y puedo ver cómo el tiempo avanza sin darnos apenas tregua. No nos damos cuenta, pero se nos "agota"; ni tan siquiera la eternidad sería suficiente para vivir la infinidad de  momentos que quiero a tu lado. Siempre serás el dulce frenesí de un primer beso, la sonrisa pícara desde el otro lado de la barra del bar, el susurro al amanecer de "buenos días, princesa", el olor del chocolate fundido, la sensación del mejor baño de espuma... Tú  completas mi puzzle. Eres la delicada ficha que me costó conseguir jugándomelo todo en una partida aunque no tuviera nada que apostar.







-"Cada tarde contemplo la puesta de sol y recojo la última pizca de calor del día para que mi corazón te la envíe"