lunes, 29 de agosto de 2011

De película.

Cada día que te acuestas, te revuelves entre las sábanas e imaginas. No puedes dormir, y como todos hacemos o hicimos alguna vez, piensas "lo que yo haría si..." y últimamente se ha convertido en: "Lo que yo haría si estuvieras aquí". Dejo un espacio en mi cama en el que tú podrías caber y tumbarte a mi lado, compartiendo almohada. Imagino que me miras y me acaricias la cara, que me doy la vuelta y que me abrazas para que no me vaya nunca de tu lado. Sueño y pienso que dormimos uno al lado del otro, y que si me despierto en medio de la noche, puedo reconfortarme con solo moverme; pues te tengo junto a mí. Pero todo esto es siempre una vaga ilusión, que siempre me persigue porque en mi mente siguen esos brazos rodeando mi cintura, que hacían sentirme segura y completamente tuya.






domingo, 28 de agosto de 2011

En un día como hoy...

28 de agosto. Hoy pasarán cosas, se recordarán otras... pero lo más importante; hoy también se celebran cosas. Hace veintiún años que nació y comenzó la historia de un joven que siempre será nuestro petit. La gente que lo conoce desde siempre saben de buena tinta, y mejor que yo, el aura que hace que los suyos le quieran por cómo es y no por quién; y los que no, para que a parte de admirarle por cómo hace lo que a él más le gusta, todavía nos guste más por su forma de ser y de actuar.


Hoy es un día especial para mí porque alguien cumple años. Bojan Krkic, el noi de Linyola. Él hoy, aunque lejos de su tierra, espero que tenga un día para recordar. Puede que a partir de hoy comience una nueva vida en el Calccio, en Italia. Puede que recuerde sus 21 como la edad con la que se consolidó futbolísticamente hablando,y ojalá fuera la edad del retorno al club de sus amores. Aún así le seguiremos siempre, en Italia o en el lugar más remoto del mundo. Bojan Krkic nos ha enseñado a muchos a soñar, a confiar en uno mismo y gracias a él hemos conocido a personas maravillosas.




Gracias noi, per molts anys més. T'estimem i... feliç aniversari! :)











jueves, 25 de agosto de 2011

Vuelta a empezar.

¡Feliz Año Nuevo! Está bien. Estamos a finales de agosto y precisamente no es lo que toca oír... o sí. ¿Quién dijo que el año comenzaba el 1 de enero? Si nos paramos a pensar todo empieza en septiembre. Los estudiantes vuelven a clase, se acaban las vacaciones para todos, termina el verano y comienza a hacer frío...  Pero no todo es malo cuando vemos el summer a nuestra espalda. Está claro que nada superará nunca a esos días en los que no haces nada, con tardes de piscina y de descanso total. Pero con las ilusiones renovadas y las ganas de currarse todo un año... ¿ por qué no?

Querido curso 2011/2012: Regálame un año corto, con buenos resultados y un verano tan maravilloso como este. :)   GRACIAS! 

viernes, 19 de agosto de 2011

Un granizado de limón.

Treinta y séis grados de temperatura. Un mes después.




 Ella vive su verano normal, como quien no se hubiera movido de su pequeño pueblo nunca. Sus amigos son los de siempre, la gente es la habitual; la que se sienta en la misma pequeña parcela de césped cada tarde. La piscina está abarrotada de gente que desea refrescarse y jugar con el agua. Ella está dentro. Sus amigas siguen pensando que el agua está demasiado fría como para meterse, y además tienen miedo a que algún chico se quiera hacer el gracioso y las tire. La chica las mira agarrada en el bordillo y les sonríe. Sólo quiere disfrutar de un chapuzón, por muy congelada que dijeran que ese día estaba aquella gran piscina.


Todo era normal, como cada día de verano. Pero se acercaba el mes de septiembre, y en ella todavía vivían con fuerza recuerdos de un potente mes de julio. Aquel no fue un momento de pensar en aquello, pero al ver pasar delante suyo a un niño sonriendo con un granizado de limón en la mano, su cara cambió de repente. Un centro comercial, Barcelona, un día 12, sol, una mañana, un chico, un bar... y un granizado exactamente igual. Era él. De nuevo su mente volvía a recordar sensaciones y sentimientos de su día favorito del año. Aquel en el que se sintió la chica más dichosa del mundo por estar junto del chico del que está enamorada.






Un recuerdo más, un día menos para verte. Si le preguntaras al calendario la de veces que le pregunto por volver a verte....












¡te quiero! 



Juventud, divino tesoro.

Es un  bonito refrán porque sin duda, la etapa lo merece. Comenzamos viviéndola y siempre hemos oído que es la que más anhelamos con el paso del tiempo. Estoy segura de que tienen toda la razón del mundo; empezar a vivir experiencias es lo mejor de nuestras vidas. Todo es novedad, y caminamos con precaución o incluso miedo, pero siempre es especial.

Mi duda es la siguiente; ¿ qué opina la gente de la adolescencia? Es el periodo intermedio entre la niñez y la juventud, cuando ya somos adultos, sí... Aquí aprendemos a vivir y nos muestran cómo será nuestro futuro como persona independiente, adulta... ¡Son todo cuentos! 
Me gustaría saber cómo valoran las personas esta etapa de su vida, pues lo que no puede ser es que a los que nos toca vivirla ahora; en ocasiones la lleguemos a odiar. ¿ No dicen siempre que es la edad de cometer locuras? ¿Por qué siempre que dicen " te estás portando como una niña de 15 años" es un insulto muy grave?


Querida sociedad: ¡no os entiendo! Yo estoy feliz en mi estancia en este periodo, pero no quiero que se me meta en ciertos sacos en los que dicen que está toda la juventud. Los que delinquimos, los que rompemos el mobiliario urbano, los que hacemos cosas indebidas, los que no respetamos las reglas, los que no tenemos educación, los que somos unos inútiles... esos decís que somos "esta juventud de hoy en día". Pues yo quiero hacer un llamamiento al mundo ( es exagerado, lo sé, pero me empiezo a cansar de esta situación). Yo sé que muchos puede que hagan barbaridades de las anteriormente citadas pero, ¿es necesario englobar de tal manera? Por favor, para los que no lo sepan, creo que hay adolescentes encantadores, que sí, que también van de fiesta prematuramente como si tuvieran edad de hacerlo, que cogen sus primeras borracheras y que hasta incluso prueban el tabaco. ¿ Y qué? En otras circunstancias, son las mejores personas del mundo, porque estudian, se preparan su futuro, tienen educación, saben tratar a la gente, quieren a sus familias... ¿ qué más queréis? Lo único que queremos es tener la mejor adolescencia que exista. Muchas gracias.





¿Sabéis qué creo? Que morís de la envidia porque quisierais tener nuestros dieciséis años. :)

martes, 16 de agosto de 2011

Baila.

Los profesionales hablarían de técnica, de esfuerzo físico, de sentir la música y de hacer de ella una manera de vivir. Puede que yo no sea una entendida, pero sé lo que siento cuando hago que mi cuerpo y ella se muevan acordes a la melodía. 


Desde que era pequeña, recuerdo subirme vestida con un top y unos pantalones encima de un sofá, poner el disco de Shakira "Servicio de lavandería" y bailarlo como si aquel mismo lugar fuera mi propio escenario. Qué recuerdos. Todavía tengo las mismas costumbres. Desde que la vi moverse quise aprender, a ser así de sensual, y es que cualquiera se da cuenta de que el baile latino lo lleva en las venas.


Ponerme algo de Shakira o cualquier canción movida y bailar delante de un espejo me hace sentir bien. No de la forma extravagante que lo hacía antes, pero con la misma energía e ilusión. Podré hacerlo mal o bien; pero a mí me encanta. Sólo yo y aquellos que compartan esta pasión saben la sensación que se te queda en el cuerpo.




La vida siempre ha sido una canción. Todas las sensaciones que existen tienen su propia melodía. Nacen siendo simplemente un canto, casi un susurro; pero las personas logramos conducirlo e irlo engrosando poco a poco con nuestras vivencias, hasta que cada uno tiene la suya propia.






Entonces aquí va mi pregunta: ¿ BAILAS CONMIGO?













lunes, 15 de agosto de 2011

Recuerdos y nostalgias.

Chicas, ¿os acordáis? Yo  perfectamente. Siempre tuve aquella canción en la cabeza. Era la historia de un chico enamorado de Elena, que desde Crevillente, le escribe una canción hablando de lo mucho que le hacen sufrir los 700 kilómetros que lo separan de Cádiz, donde ella vive. Era una canción preciosa, de esas que tienen frases que hacen que se te corte la respiración porque piensas: " es exactamente lo que yo siento", y es que la distancia duele mucho más de lo que creemos. Nosotras cantábamos aquello sin pararnos un poco a pensar y leer entre líneas. ¿Cómo puede transmitir una canción tanto sufrimiento, nostalgia y, lo más importante, amor?




"Y si tú no estás yo no puedo respirar. Cada dia que no estamos juntos y toda esa distancia que nos separa, quisiera poder decirte al oído lo que por ti sufre mi alma. Solo sueño brillar en el inmenso cielo para poderte ver cada mañana, regalarte mi brillo cuando anochezca, quiero ser la estrella de tu mirada. "

"Quiero ser la princesa de tus sueños la única que se encuentre en tu corazón. Colgar la distancia, quemar como el fuego, jamás se llevará toda esta pasión. Me gustaría ser la paloma que anide muy cerca de tu ventana, saber siempre que estás a mi lado y es que tantos kilometros me matan."

"Y pensar que hace poco solo éramos amigos unidos por la música de otra canción, ahora comprendo que ese es nuestro destino, te lo digo con las letras de mi corazón. Recordarte en silencio me hace llorar, soñar con tus labios y no poderlos besar. Saber que esto es sincero, que no mienten mis palabras, quiero despertar contigo todas las mañanas.


"Será que una nube se llevase mis te quieros, los derramase como lluvia sobre tu balcón. En cada silencio robarte miles de deseos y hacer que con ellos pierda la razón. Si pudiera coger tu mano sin el miedo de volveras a perder, si pudiera estrecharme en tus brazos sabiendo que no te iras otra vez..."











:)

viernes, 12 de agosto de 2011

¿Te mareas? Junto a ti es imposible.

Montañas rusas con subidas y bajadas. Curvas muy cerradas a demasiada velocidad. Piensas que descarrila, que sales de la vía y que no hay vuelta atrás. Por eso cierras bruscamente los ojos, casi como un acto reflejo. Te aferras a la barra metálica que tienes ante ti y juras no soltarla hasta que se calme. Sigues subiendo, girando, bajando, y tu cabeza da vueltas, mientras oyes gritos de alegría, de "que se acabe esto ya" o simplemente chillidos que desatan adrenalina. Miras a tu lado, y pese a todo lo que en unos minutos se te ha pasado por la cabeza y lo que deseas que acabe esa maldita pesadilla, ella estaba tranquila disfrutando del fuerte viento que le azota la cara y le mueve su rizado cabello. La miras y piensas: ¿cómo puede estar tan relajada? Y lo está. Agita los brazos al aire y suelta algún grito de alegría. Allí arriba es feliz, y parece que sea ella la que domina la situación, la atracción, el aire, las nubes... La vuelvo a mirar. ¡Me dan ganas de reír! Me siento tonta al haber pasado miedo en la misma situación en la que ella se siente cual pájaro en su más alto vuelo. Y así, al verla disfrutar, se me ha pasado toda aquella sensación de mareo y la pequeña aventura ha terminado. Igual es que no tenía que haber dramatizado tanto y haber tomado ejemplo suyo; relajación y ganas de pasarlo bien. Gracias Judith.








Esto no es más que una forma de explicar mis momentos difíciles, que a tu lado han desaparecido. Sabes bien que podría escribir cada página que existe en Internet hablando simplemente de ti, contando cada minuto (buenos y malos, que los ha habido) que hemos compartido durante siete largos años. Solo puedo darte las gracias, porque hemos aprendido juntas muchas cosas. Las vivencias son nuestras. Cada secreto ha hecho crecer nuestra confianza, y hoy, así en en familia, te digo que, ¡TE QUIERO, HERMANA! :)























jueves, 11 de agosto de 2011

Fuego.

Me arden las mejillas, y mis ojos brillan más de lo habitual. Mis labios dibujan ellos solos una extraña sonrisa de autoconvencimiento, pero también son conscientes de que están en una postura forzada. Noto un nudo en la garganta que no me deja hablar y toda mi cara está tensa. No recordaba esta sensación. Era como cuando sientes ganas de llorar, pero intentas reprimirlas, pero esta vez sientes...¿rabia? Quizás pueda llamarlo así.




Antes sabía que debía ser justa y que, si miraba objetivamente, las cosas estaban claras: la que sobraba era yo. Los juegos de tres nunca han existido. La vida está hecha para dos, y yo creí ingenuamente poder controlar las emociones, los sentimientos y mantenerme al margen. ¿Cómo lo supiste antes que yo? Sabías que llegaría a este punto, en enero, febrero... ¡estamos en agosto! Ahora no me puedo negar... creo que he estado evitándolo durante mucho tiempo, y tras un año y tres intensas semanas... me has enamorado.




Celos. Puede que los sienta, sí. ¿Pero acaso no es normal sentirlos cuando ves que la persona a la que quieres comparte su vida con alguien y está lejos de ti? Aunque he de decir algo. Tú haces que me sienta a tu lado, no existe distancia, y nunca me has dejado de tratar como si fuera tu chica, la única chica. Debo darte las gracias; porque mientras tú me mimas y compaginas dos vidas yo sólo hago exigir, así que perdóname. Los celos son traicioneros. 




Ya no lo quiero gris. Y menos aún negro. Quiero el blanco. Para mí. De mi para tú, pero solo para tú.




Te quiero.









martes, 9 de agosto de 2011

Números.

Cuando el tiempo cambia y se levantan las nubes. Cuando sale el sol y se vuelve a poner. Cuando el mar lleva las olas a besar la orilla. Todo es cuestión de tiempo.
A veces me pregunto si a mí también me pasará. Oye, el tiempo corre a
cuenta de todos, y algún día seré yo también la que cuente.
Mis te quieros no podrás contarlos con los dedos de una mano,
y en vez de contar días, semanas y meses, yo contaré
por noches, por latidos y por sensaciones.
¿Vienes? Sólo es un maldito número.
Deja que la cuenta siga, pero
que siga a mi curso.

A ti.

Querido Futuro:

Hoy puede ser un buen día para hablar de nuestro tema pendiente. O puede que no. Sea
como sea, hoy estoy dispuesta a hablarlo.
Perdona si no merezco pedirte nada, pero pienso intentarlo. No me debo conformar con lo que está escrito. Yo quiero más.

Quiero que cuando este año diga: "no puedo más" vengas y me ayudes a retomar la ilusión y creer en mí, porque tú mas que nadie lo haces, y eso me reconforta. Quiero que me ayudes en todo aquello que puedas, que no me dejes cambiar de opinión por pensar que es un sueño imposible o que no tendrá salida, que me animes y pueda ser capaz de conseguirlo.

Sé que pido demasiado, pero en caso de que te niegues a hacer todo aquello que ya te he contado, prefiero quedarme con tu compañía, ahora, mañana y dentro de muchos años. Quiéreme. Sí.  Haz la excepción y quiéreme solo a mí, que yo sabré cómo recompensarte.

Gracias por todo.


               Te quiere, Laura.







jueves, 4 de agosto de 2011

Novia por un día


Otra vez sonaba el despertador. No, hoy tampoco tenía ganas de despertarse. De pronto, sí que hizo caso a la melodía que acababa de sonar, pues no era la alarma dolorosa que durante todo el año y cada mañana decía: “hoy hay clase”. Se levantó rápido al recordar que aquel día iba a ser especial, se le inundó la cara de alegría y corrió hacia el lavabo para poder darse una ducha y arreglarse cuanto antes.


La casa en la que estaba no era la suya, estaba pasando sus mejores vacaciones en el lugar que a ella tanto le gustaba, en casa de unos familiares. Creyó que estaba sola y que todos se habían ido a trabajar, pero todavía quedaba algún tardío desayunando. Cuando pasó por la cocina con el pelo mojado, a medio vestir y medio en pijama y canturreando, su tío, que estaba a punto de salir de casa, le dijo que adónde iba y porqué estaba tan contenta, pero la chica, un poco cortada por la sorpresa, sólo sonrió.


La puerta se cerró y al fin estaba sola. Se le vino a la mente aquella mañana de abril, cuando estaba en aquella misma casa y recibió la llamada de una persona muy especial para ella, su amiga Melanie, para decirle que aquel día iban a verse, y lo que era todavía mejor, que iban a ir a ver al que ese día iba a ser el protagonista de un gran día. Protagonista de un sueño muy real.


Se acabó de vestir, se secó el pelo y se miró por última vez en el espejo. Aquella mañana la había imaginado muchas veces, pero no como un simple día, sino como una vida en la que aquella fuera una incansable rutina. Cogió su mochila de Nike y se echó a la calle. Las nueve y cuarto. En quince minutos comenzaría la aventura, y ella, más segura de sí misma que nunca, fue a la parada de metro en la que lo esperaría y en la que empezaría un recuerdo único.


Nueve y media. Tenía que estar al caer, pero ella miraba hacia la carretera y estaba sumida en sus pensamientos. Observaba a la gente que estaba a su alrededor, la gran rotonda que estaba frente a ella y los coches que la rodeaban. Aquel lugar iba a ser testigo de su día favorito, doce de julio del 2011.


Las diez. Ella lo iba llamando para ver por dónde iba. Ahora sí. Había perdido cuatro trenes, pero no tardaría en llegar. Ella estaba tan metida en su propio mundo pensando en cómo transcurriría el paseo, que olvidó que llevaba más de media hora sentada en el lugar donde aparcan las bicicletas.


De pronto, alguien subió las escaleras del metro de tres en tres, y de una zancada allí estaba frente a ella, la saludó con un beso intenso y se disculpó por la tardanza. Era él. Llevaba una tela doblada en la mano, que, al verle el color, ella sabía lo que era. ¡La camiseta de la Roma! Se había acordado. ¿Cómo le iba a tener en cuenta haberse  retrasado un poco con… lo ideal que era? Era prácticamente imposible, y ella solo podía sonreír. Aquella camiseta no iba a ser un simple regalo, pues tenía demasiados significados. Para ella, aquella samarreta era un regalo de él, era el equipo actual de su ídolo, que a su vez, había sido la persona que había hecho que la vida de una simple adolescente se cruzara con la de un atractivo chico moreno de orígenes italianos. Y para más inri, el equipo era también italiano.


Ya estaban juntos. Y como si fuera el pan de cada día, caminaron de la mano por la rambla, en dirección al autobús que les llevaría frente a un gran estadio azul, que para él significaba mucho; muchísimo, y ella lo sabía, y disfrutaba viéndolo allí, en su salsa, aunque ella no compartiera los mismos colores.


 Charlaban uno al lado del otro, interrumpían la marcha para mirarse el uno al otro y decir y no decirse nada, porque al mirarse veían la satisfacción en los ojos del otro. Ella estaba completamente feliz, como si de un sueño se tratara y creía que ser novia por un día, aunque desgraciadamente solo pudiera ser por uno, iba a ser una gran experiencia para ella, y le iba a servir para saber con certeza que ella quería vivir allá, y poder disfrutar de aquellos paseos siempre, y que por supuesto, quería estar con él, y sólo con ÉL.


Caminaron hasta la parada de autobús que estaba enfrente de la que durante unas semanas estaba siendo su casa, y era algo raro, pues estando en Barcelona iba guiando ella, y él, que vivía por aquellas tierras, era el guiado. Pero a él le gustaba tanto o más que a ella ir de la mano como si de un tour se tratara. Vieron su autobús en la parada, pero ella no quería correr tras él, y así lo perdieron. Esperaron al siguiente y mientras él la abrazaba por la cintura, la besaba y le decía lo rara que era para él aquella situación, pero a la vez, lo que le gustaba estar viviéndola. Llegó el autocar y se sentaron en la parte final. Ella estaba segura de haber cogido el correcto, el L12, el que les dejaría frente al estadio Cornellà-El Prat. Iba bajando gente (solo bajando) pero aquella pareja no se daba cuenta de que se iban quedando solos en el autobús; estaban tan emocionados que cuando se dieron cuenta, estaban parados enfrente de un gran centro comercial y el autobusero les gritaba “¡última parada!”. Bajaron rápido para no oír más a aquel tipo tan borde, y como costumbre ya, se volvieron a coger de la mano, fuerte, se contaban cosas cotidianas, se decían lo contentos que estaban… y había veces en las que detenían bruscamente su paseo para mirarse a los ojos y volverse a besar, como si esa fuera una forma para decirse: esto está ocurriendo de verdad.


Gracias a aquel “simpático” autobusero, tuvieron que caminar un poco más de lo que habían calculado, pero no fue un problema, pues ellos lo que querían era estar el uno junto al otro, y en pocos minutos se pusieron delante del centro comercial que estaba justo al costat del estadio. Él condujo a la chica ( ojalá pudiera decirse “su chica”) por las puertas que él solía frecuentar cuando había algún partido, y le explicó cómo se llenaba aquello de gente, cómo se vivía desde dentro el encuentro, y lo que él lo disfrutaba. Aunque no lo hubiera dicho, por la expresión del rostro y la manera de hablar podía deducirse claramente que él era feliz en aquel recinto. Ella lo era a su vez, y quería guardar para ella cada segundo de esa mañana.





Estaban los dos haciendo cola para que él pudiera renovar el carnet de socio perico, y mientras seguían charlando, en medio de la conversación se callaban y se miraban, se volvían a besar, se decían lo que se querían, y daba igual la gente que les estuviera mirando o lo que llegaran a pensar, tenían unas horas para hacer realidad una fantasía y eso era lo que estaban haciendo. La puerta de entrada era blanca y tenía una especie de espejo en la que se reflejaban todos aquellos que estaban en la fila. Ellos se miraban y se reían; verdaderamente hacían una pareja estupenda, pero que por cosas de la vida, solo era momentánea.





Acabaron la pequeña excursión y, renovado el carnet, acabaron el rodeo al estadio, y se adentraron en las calles que había alrededor, en las que según iba explicado él, aquello era una marea blanquiazul un fin de semana de partido. La gente abarrotaba los bares, salía con sus camisetas, sus bufandas y sus banderas, cenaban en cualquier bar y salían dispuestos a gritar, cantar y animar de la mejor forma posible a su equipo. Era fabuloso oírlo cómo lo contaba. Parecía que en aquel momento también estuviera allí toda aquella gente.





También visitaron la tienda oficial del RCD ESPANYOL, y seguidamente, fueron al centro comercial de al lado, a tomar algo. Mientras él se sentaba en la terraza, ella fue a la barra a pedir un granizado de limón y una Coca-cola. Se sentaron y ella sacó de su mochila la libreta que siempre le acompañaba y la que había sido sujeto de muchas conversaciones… por fin iba a leer personalmente todo lo que ella iba apuntando a lo largo del año. Él dejó de leer, y le miraba a la chica a los ojos como nadie más sabía hacerlo. La miraba de aquella forma, y sin decirle nada la volvía a besar. Sí, es que aquella mañana iba a ser fruto de muchas miradas  atrás durante un largo invierno.





Decidieron marchar y caminaron por otra rambla, esta vez de Cornellà, para coger el metro e ir hasta Barcelona, al menos el rato que tenía ella, pues después tenía que ir al médico. Llegaron a un lugar que no era uno cualquiera. Montjuic. También había sido estadio del espanyol, pero en aquel momento no importaba lo que hubiera sido. Iban subiendo escaleras, pasando por fuentes para llegar a la cima de todo, donde se encuentra el edificio Lluís Companys. Ellos solo iban por las escaleras mecánicas, y mientras duraba el trayecto y uno en cada escalón, aprovechaban para darse besos como si no hubiera un mañana, y reían; pero en el fondo sabían que la mañana iba llegando a su fin y se acercaba la hora de comer.


Llegaron a lo más alto, y se sentaron en un pequeño muro dejando a sus espaldas el alto edificio. Allí hablaron y se dijeron las cosas más importantes: que no se olvidaran, que pasara lo que pasara él siempre la iba a querer y viceversa. Ella sacó su camiseta de la Roma, y él, comenzó a firmársela. Aquella firma iba a ser algo importante. Él apoyado en las piernas de ella y ella acariciándole el pelo… aquella tranquilidad no volvería a repetirse… Su historia era imposible, pero lo que sentían era una cosa aparte, que no entendía de distancia, edad o situación sentimental. Aquello era lo que era, y se podía ver y sentir en cada poro de la piel.


  


Cuando bajaban ya de camino de nuevo al metro y a casa, volvieron a bajar por las escaleras mecánicas besándose todavía con más pasión. Pero una de aquellas veces, escogieron las escaleras normales, y ella quedó mirando hacia la ciudad de Barcelona en su plenitud. Él se puso delante de ella y le dijo: “ahora, cierra los ojos y vuélvelos a abrir; y verás toda Barcelona. Ella lo hizo. Cuando cerró los ojos, él la besó, los volvió a abrir y allí mismo veía al chico que ella tanto quería y la ciudad de sus sueños, a la que volvería para cumplir un sueño y compartir su vida con aquel moreno que le había robado el corazón.


Esta no es una historia con dos personajes anónimos. Esta es mi historia. Aquella que llevaba construyendo a medias durante un año, pero que en tres semanas he logrado hacer realidad, aunque sea por un día. El chico es él, ese que incluso a través de una pantalla y día día consiguió volverme loca, enamorarme de su forma de ser, de él mismo. Cada día que me acuesto vuelvo a recrear todas las fantasías que tenía y seguiré teniendo a lo largo del año. Gane o pierda números quiero que estés a mi lado, como al prinicipio, cuando el uno era el apoyo del otro y nos lo contábamos todo.
Yo sé que volveré. Quiero darte las gracias por cada momento que he pasado contigo, por todo lo que tú sabes, y por ser como eres. También sé que por muchas dificultades y obstáculos que haya, intentaré tirar ese muro del que tú me hablas, porque como tu siempre me dices, todo esfuerzo tiene su recompensa, y yo quiero que la mía seas tú. Estic engantxada a tú. T'estimo.